Joker, de la polémica al éxito

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El Joker danzando en el baño de una estación de tren

No quiero hablar sobre si el Joker es una buena o una mala película, si se merece los reconocimientos y el éxito que ha tenido en taquilla, o si es una versión descafeinada de clásicos como Taxi Driver. Eso es lo menos importante.

En lo personal, creo que el Joker es muy ambigua como para enviar un mensaje político fuerte. Y eso es algo intencional. Se nota.

Sin embargo, hay algo que sí hace con claridad: enviar un mensaje sobre la violencia que funciona como una señal de advertencia. En la transformación de Arthur Fleck en el Joker hay una realidad que no debemos pasar por alto:

Todos estamos rotos.

Y no sólo porque todos tengamos algún tipo de trastorno, depresión o manía, sino también porque aceptamos la violencia como algo normal, como un resultado lógico.

Pero vamos por partes.

La polémica

Arthur rie con dolor
Why so many bad reviews?

Si hay algo que ha unido a la crítica en torno a esta película es el miedo. El miedo y la actuación de Joaquin Phoenix. Es tan bueno el papel que hace Phoenix al ponerse en la piel de Arthur Fleck que muchos lo consideran peligroso. Una invitación y una apología a la violencia.

Esta posición es particularmente difícil. Como pasa con la creencia de que los videojuegos bélicos son incubadores de personas violentas, no se puede asumir que un villano bien representado y humanizado genere la suficiente empatía para que todos inmediatamente salgamos a la calle a repetir sus acciones.

El arte no es doctrina, el arte es un espejo. Y en ese sentido, el buen cine es aquel que nos hace vivir cosas que de otra forma no podríamos.

Si en 1917, Sam Mendes nos hace vivir la violencia absurda de una guerra que dejó más muertos que victorias a través de un plano secuencia que parece infinito, en el Joker, Todd Philips usa la ambigüedad y lo obvio para hablarnos de los matices de un personaje en el que simplemente no podemos confiar.

Sabemos que Arthur Fleck es una víctima, pero lo sabemos porque estamos viendo su versión de la historia.

El éxito

No es gratuito que la personalidad del Joker se manifieste en Arthur a través del baile. En la corporalidad que le da Phoenix a su personaje es que vemos al villano emerger. Eso es lo cierto. Eso es lo real.

El resto, es decir, las citas, los diarios, las historias, todo lo que tiene que ver con su mente son versiones manipuladas. Ahí está el éxito de esta película. El Joker no es una historia de origen. La del Joker, como pasa en los cómics, es sólo una de las historias que cuenta el príncipe payaso del crimen para explicar su origen.

Que justifiquemos sus acciones violentas, que incluso las celebremos, no es culpa del Joker ni de su director. Es culpa nuestra. Es culpa de las historias que nos contamos a nosotros mismos. Si el arte es un espejo, lo que vemos en él no es más que el reflejo de nuestra alma turbia, por más cuentos que queramos inventar.

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