The Help y las leyes del absurdo

The Help y las leyes del absurdo

“Busco el día en el que la gente no sea juzgada por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter”.
Martin Luther King

Casi un siglo después de la Guerra de Secesión (1861-1865) y de la abolición de la esclavitud, la población negra en Estados Unidos continuaba viviendo la segregación racial, fundamentalmente, en el Sur de Estados Unidos. Si bien para los años sesenta ya se había incluido a la población en condición de ciudadanos, por debajo de la mesa, continuaban la mentalidad racista y los abusos.

En los estados del sur las personas de raza negra debían asistir a escuelas e iglesias separadas de los blancos, en los restaurantes estar en lugares retirados, solo podían usar los baños públicos marcados, ocupaban los lugares de atrás en el transporte público e incluso, las propiedades de los blancos no eran vendidas a nadie de raza negra.

Esas leyes impuestas por la supremacía blanca se cumplían hasta el límite del absurdo y la cinta The Help – traducida como Criadas y señoras en España y en América Latina como Historias cruzadas-, nos lleva a vivir esa realidad de uno de los estados más racistas de la década: Mississippi.

El filme de ficción dirigido por Tate Taylor comienza con la narración de la vida de Aibileen Clark, quien nació en el condado de Chickasaw en 1911, una mujer negra, con una abuela que fue esclava y con una madre que hizo lo que ella continuó: cuidar bebés blancos y realizar labores domésticas.

Así comienza una historia que se desarrolla bajo el yugo de la segregación racial y que no es desconocida ni para las personas de la época, ni en la historia humana. La vida de Aibileen nos acerca a esa sociedad que la rechaza, que la usa, que la minimiza y que la juzga sin conocerla.

Una realidad social que nos lleva a una diferencia marcada entre dos grupos que se definían por el color de piel y el status social. En The Help, al igual que en la vida real, era la supremacía blanca la que ocupaba el espacio dominante, la que realizaba sus prácticas de abuso en forma sistemática como producto de una estructura colectiva, social y mental.

Para los años sesenta romper esas estructuras sociales se había convertido en una lucha, tener opiniones diferentes o pelear por los derechos de la raza implicaba gran peligro. En The Help nos lo muestran constantemente. Es Eugenia «Skeeter» Phelan -interpretada por Emma Stone-, una periodista de una publicación local llamada The Jackson Journal, quien busca romper este esquema colectivo de abusos y se lanza a escuchar por primera vez a la servidumbre negra que sirve en su exclusivo círculo social.

Tomar tal decisión le implica a ella y a sus entrevistadas estar ocultas, las reglas estaban impuestas hasta en los textos. En el filme se muestra el “Libro de leyes para conductas de minorías” – The laws Governing the conduct of Nonwhites and other Minorities, libro que puede ser interpretado como la también llamada Ley Jim Crow, un conjunto de leyes estatales y locales que fueron promulgadas para realizar una división entre blancos y negros privando, por supuesto, a los afrodescendientes de los derechos civiles que les correspondían, restringiendo así su libertad e instaurando una superioridad social regida por el color de piel.

Las entrevistas realizadas por Phelan nos llevan a explorar un camino de conocimiento hacia las mujeres que son protagonistas en este filme, incluida Aibileen, personaje interpretado por Viola Davis, y su inigualable compañera Minny Jackson, representada por Octavia Spencer.

La sensibilidad de estas mujeres aflora en sus relatos mostrándonos que una pluma puede ser más hiriente que un arma, que se pueden hacer peleas simbólicas en pro de potenciar una sociedad para sacarla de las sombras que, en la década de los sesenta, ya vibraba por libertad y justicia.

El filme de Taylor nos presenta esas batallas simbólicas de forma constante. Entre otras cosas, podemos ver en la cinta algunos apartes de archivo de la alocución de Medgar Evers, un joven agricultor quien defendía la población afroamericana y el derecho al voto. El activista realizó un discurso televisado en junio de 1963 -presentado en el filme-, buscando la unión y la lucha por los derechos civiles. Poco después fue asesinado en Mississippi.

El crimen contra Evers no solo sacudió la intención de lucha, sino que fue una inspiración para las personas de su raza, así lo explican en el artículo Medgar Evers, el otro «Luther King» cuyo asesinato atizó la protesta en EEUU (Godos, 2013): “su muerte conmocionó al país y fue inspiración para canciones, poemas, libros y películas en un año, 1963, sacudido por los atentados racistas contra activistas de color”.

Con esta alocución de Evers, que le costó la vida, regresamos a las batallas que, sin duda, estaban mediadas no solo por la estructura social que se había creado alrededor del racismo, sino que sumaba los estereotipos en un sistema de valores ya expuesto. Eso es justo lo que sucede en The help con el libro que escribe Phelan con publicaciones que logran que el sistema de valores de la alta sociedad en Jackson (Missisippi) quede expuesta a las opiniones personales de sus criadas, en la que ellas no solo hacen notar que sus derechos son atropellados por no ganar ni siquiera el mínimo legal o por no tener un seguro social, sino que revelan que los niños blancos son criados por personas negras.

Así las cosas, podríamos cuestionarnos ¿cómo es posible que se vetara a los negros del uso de elementos físicos como los baños, pero que no se les prohibiera criar a sus hijos, suponiendo que era lo más importante para los blancos? ¿los niños blancos de esas generaciones son el resultado de un pensamiento social negro? ¿Si es así, por qué tardaron tanto en aceptarlos y aún se ven muestras tan claras de racismo?

En un artículo publicado por la BBC, ‘La gente tiene miedo’: cómo es la vida en Misisipi, el lugar más difícil para ser latino en Estados Unidos (Fajardo, 2016) aún se ven los rastros de este problema. La activista Melinda Medina declara que “la bandera oficial del estado todavía lleva el símbolo de los confederados. Sabes que ese odio está en el ambiente» aunque según el artículo el lugar tenga “el mayor porcentaje de población negra en Estados Unidos, con casi 37% del total de la población del estado”. 

La lucha negra lleva muchos años. Las desigualdades y las injusticias contra las personas de dicha raza han marcado la historia de la humanidad. Vemos un ejemplo de esas arbitrariedades con el artículo Un espectáculo para las masas: la brutal y casi olvidada «era de los linchamientos» de negros en Estados Unidos (Bermúdez, 2018) en el que nos informan que “más de 4.400 afroestadounidenses fueron linchados en Estados Unidos entre 1877 y 1950 (…). Centenares de negros perdieron la vida al ser señalados por provocar incendios, por robo o simplemente por ‘vagancia’”.

Los asesinatos fueron el pan de cada día y no pararon en 1950. En los años sesenta la segregación racial estaba en furor y la muerte de las niñas Denise McNair (11), Cynthia Wesley (14), Addie Mae Collins (14) y Carol Robertson (14) por una bomba que estalló en una iglesia bautista de Alabama, el asesinato de personajes como Evers, Martin Luther King o Malcolm X, además del terror sembrado por organizaciones de extrema derecha como el Ku Klux Klan, que llevaba operando durante años, marcó la rebelión negra, las marchas comenzaron a surgir de forma multitudinaria y la raza se hizo sentir.

Los cambios empezaron a ser notorios en las calles, los movimientos sociales brotaban y gracias a ellos se derrotaron diferentes paradigmas de la sociedad en la que se iniciaron los ejercicios de inclusión como el uso de los espacios físicos compartidos.

En la actualidad, esos intereses comunes en las sociedades son más constantes y quizás estamos más conscientes de ese funesto legado que nos dejó el racismo y de la vulnerabilidad que aún hay en las minorías. La proyección de individualidad y colectividad continúa en su lucha por el cambio y podría pensarse que la humanidad ha logrado tener un poco más de tolerancia frente a la diversidad.

La desigualdad racial es todavía una realidad y es disminuyendo esa brecha social, poniéndole luz a esa oscuridad que gira alrededor del abuso frente a las diferencias y alejando esas leyes de lo absurdo que intentan dividirnos como humanos, como logramos evolucionar y estructurarnos en una sociedad única. Un desafío para nuestra evolución que nace desde nuestra individualidad, sin duda.

Análisis de la cinta realizado para la Universidad Abierta de Cataluña (UOC).

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