Bueno, ¿cómo va todo en esta fría mañana? Les contamos que estuvimos en el estreno de “Los reyes del mundo”, la segunda película de la directora colombiana Laura Mora y queremos hablarles de las sensaciones que nos dejó.
Para empezar, ésta es una película poco convencional en nuestra industria colombiana: es una road movie con actores naturales, que nos pone frente a frente con una realidad que todos vimos patente en los estallidos sociales de 2019 y 2021.
Miles y miles de jóvenes colombianos están reclamando su lugar en el mundo, un lugar que no tienen, un lugar que no existe en el status quo de una realidad llena de narrativas de éxito, emprendimiento y superación, que anula cualquier posibilidad de entender la vida desde la periferia.
A partir de una escena que vio en el Alto de Ventanas (una de los tramos más difíciles de las carreteras antioqueñas), de sus experiencias y sus preguntas personales, Laura Mora nos invita a construir con ella la historia de cinco jóvenes, de cinco “nadies”, que quieren encontrar su tierra prometida.
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Profundizando en «Los reyes del mundo»
Los reyes del mundo no busca ser una historia con una estructura clásica, sino un viaje de descubrimiento, tedio y catarsis.
El espectador es otro viajero más, otro miembro de la cofradía de Ra, el protagonista principal, el heredero de una tierra en Nechí que le fue arrebata a su abuela por una de las tantas violencias de nuestro país.
Empezamos con él y con sus amigos en las calles de Medellín, bajo el sonido ensordecedor del Metro, cuando recibe la notificación de la Agencia de Restitución de Tierras que lo reconoce como el legítimo poseedor de una “promesa”.
Para terminar, casi dos horas después, viendo cómo esa promesa se rompe en la indiferencia de un Estado para el que la única realidad posible es la que reposa en las carpetas de un archivo y en la violencia de un sistema en el que Ra y sus amigos de la calle no llegan ni siquiera a ser un número más.
Es una película dolorosamente actual, que nos pide no ser indiferentes, que nos sacude, que nos sumerge en la niebla densa de nuestras violencias, para mostrarnos lo que realmente se oculta del otro lado.
Laura se consagra como una de las mejores directoras que tenemos en Colombia y lo hace a través de una película llena de silencios y vacíos, en la que el espectador puede completar la historia con sus propias ficciones, preguntas y experiencias.
Vayan a verla. Es una película hermosa, que nos muestra ese país de fantasmas y despojos que somos, ese país dolorido, solidario y enfermo, en el que como dice Laura Mora, “lo único que no nos pueden quitar es la imaginación”.
