«Los espíritus de la isla» es la cinta más reciente del realizador Martin McDonagh, un filme que transporta a la audiencia a la isla de Inisherin.
En ese pequeño paraje en la costa oeste de Irlanda nos cuentan la historia de dos amigos de larga data —Pádraic (Colin Farrell) y Colm (Brendan Gleeson)— quienes ponen fin a su vínculo, desatando consecuencias inimaginables en ellos y en la comunidad que los rodea.
El filme después de obtener nueve nominaciones a los Premios Oscar, incluyendo «Mejor película», por nombrar solo algunos reconocimientos, desde ya se encuentra disponible en la plataforma de Star+.
La inspiración western es parte del ambiente
Un rasgo que distingue a McDonagh en la instancia de preproducción de sus películas es la creación de un guion gráfico para cada una de las escenas.
Una vez que había desarrollado la historia y los personajes de “Los espíritus de la isla”, el realizador compartió extensos encuentros con sus colaboradores —el diseñador de producción Mark Tildesley («Sin tiempo para morir»); el director de fotografía Ben Davis, BSC («Tres anuncios por un crimen») y el primer asistente de dirección Peter Kohn («El gran showman»)— para dar forma a los aspectos visuales de la película.
En ese proceso rápidamente surgieron las referencias al western. El equipo miró películas clásicas como «La noche del cazador«, una película del cine negro de 1955.
Con este filme se inspiró en el trabajo de directores icónicos del género como John Ford y Sergio Leone.
“Rodar a través de puertas y ese tipo de tropos ‘johnfordianos’ fue algo que exploramos en la etapa de guión gráfico. La historia se prestaba a esta idea de dos pistoleros casi solitarios que se enfrentan y desatan riñas en la taberna local”, señala McDonagh.
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Una dulce conexión con la infancia del director
Con un escenario místico como guía, el director y su equipo de scouting emprendieron un recorrido por la costa oeste de Irlanda para encontrar los escenarios ideales.
Para McDonagh, situar el relato en ese rincón del mundo lo conectó con su infancia y su historia familiar, ya que su madre y su padre son oriundos de la zona y pasó gran parte de su niñez ahí.
Tras explorar exhaustivamente la zona, y teniendo en cuenta que la película transcurre en 1923, debían encontrar locaciones en la que no hubiera signos de modernidad, como carreteras asfaltadas y postes de telégrafo.
La respuesta llegó de la mano de las islas Aran, un grupo de tres islas en la desembocadura de la bahía de Galway cuya población total no supera los 1.200 habitantes.
“Inisherin es una isla ficticia, así que yo no quería que fuera un lugar específico. Quería que fuera algo más mítico. De manera que exploramos cada una de las islas Aran con eso mente”, asegura el director.
El rodaje también se extendió a la isla Achill, una locación conectada a la isla de Irlanda por un puente, que facilitó la logística de producción.
McDonagh describe a la isla de Achill como imponente: “Quería capturar la belleza de Irlanda en la película y apoyarme en eso. La historia de todos modos es bastante oscura, pero queríamos que las visuales y las locaciones fueran lo más cinematográficas posible”, relata.
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¿Cómo reflejar un hogar?
En la isla de Inishmore, el equipo dio vida a la casa rural y sencilla del personaje Pádraic, donde vive con su hermana Siobhán (Kerry Condon).
Esta locación se eligió en un terreno donde no había nada construido, teniendo en cuenta el ángulo del sol y la vista para poder rodar a través de las ventanas.
“Pasamos todo un día en la casa: recogiendo cosas, abriendo armarios, sentándonos en diferentes lugares e interpretando nuestros diálogos. Así que tuvimos un montón de tiempo para sentir como que vivíamos allí”, relata la actriz Kerry Condon.
Mientras tanto, Colin Farrell agrega: “Tenía todo lo que necesitarías para llevar una vida tranquila. Por supuesto, fuera de cámara teníamos una estufa a gas. En la década de 1920, debe de haber sido muy duro en invierno y uno ya podía hacerse una idea. Pero alzaron la casa en un lugar realmente hermoso”.
El equipo también creó la casa de Colm, un espacio con reminiscencias de los cuadros del artista Vincent Van Gogh y una colección de objetos que hablan sobre el personaje.
Irlanda, dulce Irlanda
Tanto el equipo de detrás de cámara como el elenco aseguran que la experiencia de rodaje en Irlanda fue muy especial.
En la majestuosidad plasmada de los paisajes, la belleza de los atardeceres y las tormentas, McDonagh quería crear una de las películas irlandesas más hermosas de la historia.
Describe: “El verano en Irlanda suele ser bastante duro y lluvioso, pero tuvimos un clima hermoso. Era imponente. Los atardeceres y los cielos eran fabulosos y contribuyeron a crear una obra maravillosa”.
De la misma manera, todos coinciden en que el alma de Irlanda está en su gente, un ingrediente clave en el proceso de producción de la película.
Tildesley trabajó, por ejemplo, con canteros del lugar. Una compañía local puso piedras en la carretera para replicar cómo se veía en 1923.
La gente de Inishmore ofreció sus caballos y carros para transportar cosas por la isla.
En el puerto de Achill, los pescadores locales colaboraron en el proyecto. Los habitantes de Galway, por su parte, vinieron con sus barcos tradicionales, los Galway Hooker, para aparecer en pantalla.
“Fue una experiencia hermosa. Espiritual. Los lugares y el paisaje son personajes en sí mismos”, concluye Condon.
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