¿Por qué ver ‘Jojo Rabbit’ en tiempos del COVID-19?

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Un fotograma de la película Jojo Rabbit. Se ve a una madre con su hijo pequeño en un puente.

Si hay algo que me gusta de ‘Jojo Rabbit’ es su inocencia.

Tenemos miles de películas, libros, series de TV y videojuegos que hablan sobre la Segunda Guerra Mundial, el nazismo, el holocausto judío y el “heroísmo” americano, pero esta es una de las pocas historias que nos pone del otro lado.

La cinta del neozelandés Taika Waititi nos poner a pensar en todos aquellos que creían incondicionalmente en Hitler. No en el Hitler que terminó suicidándose cuando lo vio todo perdido sino en el Hitler que era símbolo de una Alemania pura, grande e imperial.

Es poco sutil que el amigo imaginario del protagonista de la película sea el mismísimo Führer. Pero también es una jugada audaz. Nadie quiere hacer apología de un ser humano que causó tanta muerte y desolación. Si Waititi se pone en la piel del jefe supremo de los nazis es para mostrarlo como lo que era para muchos alemanes: un ídolo.

Lo real, estaba en otra cosa. Lo real, está en los colores.

La vida en tiempos de propaganda

‘Jojo Rabbit’ está inspirada en el libro ‘El cielo enjaulado’

Muchos han comparado ‘Jojo Rabbit’ con La vida es bella, sólo por tener a niños en el centro del conflicto. Es un error. Mientras que la película de Benigni nos muestra cómo un padre de familia, un adulto, intenta de todo para que su hijo no sienta los efectos de la guerra, en ‘Jojo Rabbit’ ocurre todo lo contrario.

Johannes ‘Jojo’ Betzler tiene 10 años, es antisemita, hace parte de las juventudes hitlerianas y sueña con hacer parte de la guardia personal del Führer. Es normal. Es parte del relato de nación que lo cobijó al crecer.

Cuando se entera que su madre oculta a una judía en las paredes de la habitación de su hermana fallecida, la primera reacción de ‘Jojo’ es investigarla y recoger información sobre esa raza que tanto odian los alemanes para poder compartirla con el régimen.

Las historias que ‘Jojo’ escuchó toda su vida sobre los judíos, sus costumbres y sus hábitos, hacen que no los vea como seres humanos, sino como animales de leyenda.

Lo mismo pasa con el Tercer Reich y la guerra.

Para ‘Jojo’ los únicos seres humanos son los alemanes nazis, el resto son enemigos, criaturas débiles que merecen la muerte.

Sin embargo, aunque La mente de ‘Jojo’ es el resultado de la propaganda y la manipulación nazi, su corazón y su alma aún son las de un niño. Ésa es la diferencia.

Sobre la inocencia y la risa

En ‘Jojo Rabbit’ , Waiiti decide usar el humor, los colores, la música y los diálogos para tener más eco entre la audiencia. Su mensaje: siempre es posible que la bondad florezca.

Esta crítica la comencé a escribir antes de que empezara la cuarentena por el COVID-19. La retomé, no para hablar del final e invitar a todos a que bailemos cuando se acabe la pandemia, sino porque creo que es importante reconocer la lucidez de Waititi al transformar la historia de ‘El cielo enjaulado’ en una comedia.

Tal y como explicó el director neozelandés en una entrevista con Vanity Fair, “esta idea de cómo la guerra afecta a los niños es lo que me llevó a conectar a un nivel más profundo con la historia y los temas de ‘El cielo enjaulado’. La idea de tratar de entender a este niño a quien deberíamos despreciar y ver a la Alemania Nazi derrumbarse a través de sus ojos, ése fue el desafío”.

Para lograrlo, la primera gran decisión que toma Waititi y su equipo de producción es romper con la estética de colores apagados que asociamos con la Segunda Guerra Mundial.

Según Ra Vicent, director de producción de la cinta, los entornos y los vestuarios llenos de color son un reflejo de cómo se veía realmente Alemania en esa época, pero también son una forma de ser coherentes con la historia que nos están contando. “Como pasa en la narrativa de la película, estos diseños llenos de colores vibrantes sirven también para enmascarar el horror que rodea a Jojo”.

Lo segundo es el tono. En Jojo Rabbit la tristeza y el dolor llegan por la vía del contraste con las situaciones absurdas y felices.

A medida que ‘Jojo’ va siendo más consciente de lo que realmente significa la guerra y de que los judíos son personas de carne y hueso, vemos cómo la historia también cambia. No deja el humor a un lado, pero los “chistes” son más contenidos, más puntuales.

Waititi usa la comedia y no el drama, porque su cinta va sobre crear diálogos. Como lo plantea en la misma entrevista con Vanity Fair:

“Más que películas, estas historias son diálogos sobre la forma en que nos tratamos los unos a los otros y sobre la forma en que criamos a nuestros niños. Son una forma de educarnos a nosotros mismos y a las nuevas generaciones sobre los peligrosos hábitos de los humanos y sobre la importancia de luchar contra los discursos de intolerancia y odio”.

Si hay algo que me gusta de ‘Jojo Rabbit’ es su inocencia. Waititi pudo haber contado la historia original de ‘El cielo enjaulado’, pero en lugar de eso escogió mostrarnos cómo un niño nazi se redime a través del amor.

Es importante ver ‘Jojo Rabbit’ en tiempos del COVID-19, algoritmos, bodegas y burbujas porque no hace daño pensar que lo imposible es posible, que cuando todo esto todo termine habremos roto los relatos que enmascaran nuestra realidad y que vamos a estar listos para construir historias nuevas juntos.

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